
Que no os asuste el nombre, hemos mencionado títulos japoneses más largos en este blog. Hacía tiempo que no hablábamos sobre manga/ anime y tras la finalización de la adaptación de esta obra (son doce capítulos que podéis ver en una tarde) me pareció buena idea hacer una crítica de la misma.
En primer lugar, Sono Bisque Doll Wa Koi Wo Suru, es un manga escrito e ilustrado por Shin’ichi Fukuda, empezó a ser serializado en 2018 y su adaptación televisiva ha llegado este año teniendo una de las mejores acogidas por el público hasta la fecha. ¿Por qué ha ocurrido esto? Yo creo que uno de los motivos principales es por su género, para los japoneses esta obra está catalogada como comedia romántica/ ecchi, esto último, aunque para ellos sería algo similar a «contenido sexual», os puedo asegurar que es lo más inocente del mundo a nuestros ojos de espectador, pero no me adelanto todavía.
La historia se centra en un joven de instituto llamado Wakana Gojo, que debido a su sueño de heredar el negocio familiar centrado en la creación de muñecas para Hinamatsuri, es visto por el resto de sus compañeros como un «rarito», por eso, a pesar de su pasión por estas figuras, decide ocultarlo y vivir marginado. Pero entonces, un día es descubierto en la sala de costura por su compañera Marin Kitagawa, la chica más popular del centro y, para su sorpresa, ella no se burla de su afición, sino que le pide el favor de ayudarle con su disfraz de cosplay, así empezará una hermosa amistad con tintes de romance.
Hay mucho que mencionar sobre esta historia. En primer punto a comentar es el distanciamiento de los convencionalismos tóxicos comunes en los romances japoneses. Aquí no solo estamos adentrándonos en la contraposición de dos mundos completamente distintos, uno representado por el tradicional Gojo y las muñecas Hina y el otro, mucho más moderno y desinhibido, por la cosplayer Marin, sino que hay una defensa del derecho a la libertad de elección por parte de ambos, lejos de la presión social o los prejuicios que pueden conllevar salirse de la normatividad. También hay un cambio de rol interesante, ya que es el chico el que se muestra más cohibido ante la valentía de la chica, que no duda en mostrarse al público tal y cómo es. Poco a poco, esta influencia de ambas personalidades, compaginables a la perfección, no solo provocará un desarrollo personal en los dos protagonistas, sino que irá construyendo una relación de amor adolescente pura y realista, donde la sexualidad no es un pecado sino algo natural e incluso divertido.
Así que, si no sabéis que ver durante este fin de semana y queréis pasar un rato de ocio agradable, sin el constante bombardeo de mensajes de amor tóxicos, creo que os gustará esta opción.