Siento una frustración que ahoga, pero no acaba. Una frustración que todo joven que habita en el presente siente como compañera de vivencias. Tenía pensado dedicar este post a una crítica literaria como de costumbre, sin embargo, la presión en el pecho y la desgana me invaden ahora mismo y, por lo tanto, no tengo la objetividad suficiente como para hablar del trabajo de otra persona. Os dedico estas frases porque sé que muchos de vosotros escribís, o simplemente tenéis proyectos en mente que parecen no surgir a flote en ningún momento, porque al igual que yo, vivís en una circunstancia y en un lugar poco convenientes para los jóvenes sobrantes de talento y motivación, pero algo faltos de economía.
No sé vosotros, pero yo estoy harta de los mensajes tipo «Mister wonderful» que incitan a las nuevas generaciones a creer en una realidad que no existe, cubriéndola con un estampado adorable de margaritas. «Si te levantas con una sonrisa todo se hace posible»…. Voy a ahorrarme los calificativos que se me pasan por la cabeza ahora mismo con estas frases. No obstante, no quiero que penséis que he venido aquí a hundir vuestros sueños en la miseria, solo me paso para convertir mi frustración en palabras, a no perder el tiempo lamentando algo que se me escapa por completo de mis manos. No tengo la culpa de que el mundo favorezca a los que pueden producir con un cheque en blanco. Me han cerrado una puerta por no tener un material que no me puedo costear, no porque mis textos sean malos. Ahí está la clave amigos, que la frustración que os ahoga no os confunda, porque se prioriza antes a una Kardashian que a cualquier posible premio nobel de literatura.
