
Me he encontrado ante muchas opiniones sobre este remake de West Side Story, he visto la película del 1961 y es cierto que no hay grandes diferencias, pero ¿Qué falla en esta versión de Spielberg?
Estrenada en cines hace escasos meses, la promoción de esta obra quizás ha sido un poco eclipsada por otros títulos, concretamente por la nueva del hombre-araña, cuya reseña queda pendiente en este blog. Pero Volviendo a West Side Story hay que decir que, si eres admirador de los musicales y te has visto en bucle la película original protagonizada por Natalie Wood y Richard Beymer, vale muchísimo la pena gastarse el dinero para ver el remake porque realmente es una renovación del clásico, pero nada más. Es Spielberg, por lo tanto, hay calidad en la cinta. Los planos generales son tan sublimes que hacen al público revivir la historia como si estuviese en el teatro. No hay movimiento de cámara que no enfatice la esencia artística del audiovisual, es como pararse delante de un cuadro que no para de actualizarse a mejor, en resumidas cuentas, hay que alabar también el trabajo que ha hecho Janusz Kaminski como director de fotografía.
Lo mismo pasa con las coreografías y la integración de las secuencias musicales, es un trabajo muy orgánico que no choca al espectador. La música de Leonard Bernstein y las letras de Stephen Sondheim se han respetado en esta versión, siendo el toque del director la guinda final de una obra que es realmente magistral. Y aquí viene lo mejor y por lo que, en mi opinión, ha sido necesaria esta modernización de la película, y es el elenco. En la película original dirigida por Jerome Robbins y Robert Wise no había actores hispanos (o casi no los había). Recordemos que la trama gira entorno a un «Romeo y Julieta» de Nueva York en los años cincuenta, pero en vez de enfrentar a los Capuleto con los Montesco, el conflicto es entre la comunidad puertorriqueña y la anglosajona. Por mucho que me gustase Natalie Wood haciendo de María, de puertorriqueña no tenía ni el blanco de los ojos, lo mismo con los otros actores. Spielberg ha dado auténtica representación en su West Side Story y eso siempre será algo merecedor de elogios.
Sin embargo, no salí del cine con el corazón en un puño. Y es que creo que, aparte de lo ya mencionado, la cinta no aporta nada nuevo. Sinceramente es como una recreación literal del musical y la película del 1961, si te gustan mucho puedes disfrutar del remake, pero incluso así es demasiado densa. Las actuaciones son muy teatrales, hay poco lenguaje fílmico, por lo que el público no familiarizado con la historia acaba distrayéndose. Por eso creo que no está enfocado al público actual, sino a los espectadores que hace años amaron West Side Story, obviando que ese target ha menguado o simplemente ha podido cambiar de gustos con el tiempo. La prueba la obtuve en la sala de cine. Fui hace dos semanas a ver la obra y yo era la más joven, la media de edad de la sala rondaba los cincuenta años y fueron ellos los que salieron corriendo en cuanto salieron los créditos finales, cansados de estar sentados dos horas y media escuchando canciones y viendo a jovencitos dar piruetas. Alguna que otra señora aprovechó para echarse una siesta. El público de antes no es el de ahora, ya no aguanta tanto. Por eso creo que a la obra le faltaba realmente el factor «joven», algo que hiciera a las nuevas generaciones interesarse por ella.
Dicho esto, yo siendo parte del consumidor veinteañero, la disfruté y la recomendaría a los amantes del cine y la música, aunque no sea la típica película para pasar una tarde amena en el sofá de casa.