Publicado en Cine

«Ron da error»: una película que pone en duda a nuestras amistades.

Aunque Twenty Century Fox haya cambiado de dueño, no ha cambiado su esencia. Siempre he creído que sus películas animadas transmitían un mensaje mucho más arrollador que el resto de productoras donde lo único importante era la calidad visual de la obra.» Ron da error» es de esas películas que abren los ojos tanto a los más jóvenes como a los adultos.

Llena de humor y dinamismo, esta cinta dirigida por Sarah Smith y Jean-Philippe Vine pone en duda la calidad de nuestras amistades, porque ¿en qué consiste realmente la amistad? Para contestar a esta pregunta tenemos que echar la vista atrás y comprender hacia dónde hemos llegado a nivel social. Ya no interactuamos los unos con los otros como hace quince años, el mundo ha cambiado y ahora podemos hacer amigos a través de una pantalla. Pero…¿Qué pasa si esa pantalla nos absorbe? Barney, el protagonista de esta historia, no tiene un amigo robot como el resto de los niños, por eso está solo. Cuando por fin consigue uno se da cuenta de que viene defectuoso y deberá enseñarle desde cero cómo ser su amigo. No es una crítica a las redes sociales, es una explicación de lo qué es realmente una amistad, un viaje de conocimiento mutuo.

Sinceramente, cada personaje aporta una enseñanza al espectador, desde la abuela hasta la chica popular del instituto, todo crea una ambientación necesaria para la compresión del mensaje. El amor se manifiesta de muchas maneras, pero la tecnología no debe ser el receptor de todos nuestros sentimientos, sino un mero complemento que nos facilite el camino. Hay un mensaje muy necesario en la película que dice tal que así: «la amistad va en dos direcciones». Esto también es una bofetada de realidad para todas esas relaciones de «amistad» donde uno da, pero no recibe. Por desgracia, la toxicidad existe en todos los ámbitos sociales, por eso, si te ves reflejado en el mensaje de «Ron da error», reflexiona sobre tus amistades, quizás el amor que profesas no te es devuelto, eso no es amistad.

Y sin profundizar mucho en el aspecto artístico de la obra (creo que no es realmente su cometido) finalizo dando mi apoyo a todas esas obras que pasan inadvertidas simplemente por no tener el sello de «gran producción cinematográfica». El valor artístico no depende de ninguna marca distintiva.

Publicado en Literatura

Reseña de «Todo lo que necesito existe ya en mí» de Rupi Kaur.

Cada vez que tengo un bloqueo lector suelo acudir a la poesía, así que opté por darle una oportunidad a otro libro de la ilustradora y poeta canadiense Rupi Kaur, hablo concretamente de: «Todo lo que necesito existe ya en mí».

En esta obra la autora vuelve a abordar temas ya vistos en sus anteriores trabajos: feminismo, sexualidad, inmigración, etc… Pero en esta ocasión Kaur nos abre las puertas de sus vivencias más duras, esas que la han marcado para siempre y han reforzado quién es ahora.

Es cierto que su estilo de composición sigue sin ser de mi agrado, no obstante, es la historia detrás de sus poemas lo que atrae al lector, es como una conversación privada con una amiga que te da consejos de vida, una amiga que te agarra la mano y te anima a seguir luchando, esa es la magia de todos los poemarios de Kaur, la intimidad. Si a esto le unimos la estética de sus ilustraciones tendremos una obra única, con un sello personal que se distingue a los lejos. Personalmente, tengo que destacar los poemas dedicados a sus padres, a la dificultad de ser originarios de la India y las penurias por las que pasaron para poder mantener a su familia en un país donde nadie les brindaba facilidades. Es un relato privado lleno de pena, nostalgia y quizás arrepentimiento por no haber sido capaz de entender el esfuerzo de sus progenitores, pero ella era solo una niña, una víctima más de un mundo cruel donde solo los más acaudalados viven libres.

Aunque no me sienta cautivada por la musicalidad de sus versos, siento que como «biografía» esta obra tiene riqueza. Si estás acostumbrado a leer a los poetas clásicos, el hecho de leer poemas faltantes de signos ortográficos y mayúsculas no va a ser nada atrayente para ti, pero esa es la firma de Rupi y por lo que siempre la consideraré una autora llena de personalidad y valentía.

Publicado en Cine, Literatura

«Encanto» la película Disney que triunfa por ser poco Disney.

Quizás no sea objetiva con esta reseña porque soy una ferviente admiradora del trabajo de Lin-Manuel Miranda, tanto en su faceta como compositor como de actor-director. Todo lo que toca acaba convirtiéndose en oro. Aun así ¿Qué tiene Encanto que la haga tan diferente al resto de películas Disney? ¿Solo la música de Lin-Manuel la hace especial? Yo creo que no.

Antes de entrar en detalles hay que resaltar que Encanto, dirigida por Byron Howard y Jared Bush, es la sexagésima película producida por el estudio de Mickey Mouse. La obra habría pasado inadvertida a no ser por el éxito de su banda sonora, especialmente su canción «No hay que hablar sobre Bruno» ha pasado a ser la más exitosa desde «Un mundo ideal» de la película Aladdín (1992). Sin duda alguna, la influencia del compositor está en cada nota, recordando a ese Hamilton que lo catapultó a la cima. La fusión de estilos musicales lo aleja por completo a la monotonía instrumental de las películas Disney, tan propensas a las notas altas imposibles de recrear por el público mundano. Sin embargo, yo veo mucho más allá de la música de Encanto.

Ante todo, es destacable que sea Colombia el país en el que se centra la historia, concretamente en un pueblecito donde la familia Madrigal, dotada de dones mágicos vive en una casa encantada. Allí cada miembro posee una cualidad especial, menos Mirabel, que por alguna extraña razón no se le otorgó ningún poder. Este mensaje no está enfocado a los niños, pero antes de ahondar en este detalle volvamos a atrás. Esta ambientación me recordaba a algo, pero no conseguía situarlo con exactitud. No había princesas ni castillos, ni siquiera había un viaje del héroe tal y como lo conocemos en el mundo del guion cinematográfico, solo es: el pueblo, la casa, la familia Madrigal y la magia. Lo busqué y efectivamente estábamos antes la recreación animada del Realismo Mágico, el movimiento literario nacido en latino-américa en el siglo XX. Como admiradora de García Márquez, Borges, Isabel Allende, Cortázar, etc… Vi la fantasía en lo cotidiano. En la película no había el «cliché Disney» dando el mensaje típico al espectador más infante, sino la manifestación de una crítica social muy en boga hoy en día, la exigencia. El no ser suficientes para complacer al resto, para cumplir el rol que se nos exige, este dilema es un lastre que nos persigue a todos y, por lo tanto, es el público adulto quien se identifica con Mirabel, no los niños y niñas que por desgracia aun no entienden lo que es sufrir por encajar, pero que lo experimentarán con el tiempo.

Así que, por mucho que disfrute cantando «No hay que hablar sobre bruno» a pleno pulmón en el coche, no puedo adjudicar el éxito de la película solo al factor musical, la magia reside en la representación social y por eso Disney triunfa al alejarse por fin de sí mismo.

Publicado en Literatura, teatro

«El hombre almohada» adaptación de la obra de Martin McDonagh: El uso del terror para reconciliarnos con el teatro.

Ricardo Gómez y Belén Cuesta en ‘El hombre almohada’ / ELENA C. GRAIÑO

Durante los pasados 5 y 6 de febrero el teatro Lope de Vega de Sevilla tuvo el placer de acoger la representación de «El hombre almohada», adaptación magistral de David Serrano de la obra del dramaturgo y director de cine angloirlandés Martin McDonagh.

Nos encontramos ante un texto capaz de unir los temas más escabrosos e incómodos y convertirlos en una historia que mantiene el corazón del espectador en vilo: los malos tratos hacia los niños, las violaciones, la tortura en los estados totalitaristas… Realidades que como seres humanos acostumbramos a rehuir. «El hombre almohada» vio la luz en el año 2003 y aunque tuvo toda clase de opiniones, su éxito la llevó a ser la obra que más premios ha otorgado a su creador, tanto en Broadway como el Londres. La historia habla sobre un escritor de cuentos macabros llamado Katurian (interpretada en este caso por una actriz, Belén Cuesta) que es arrestado y acusado de ser participe junto a su hermano Michal (Ricardo Gómez) de una serie de asesinatos de niños muy similares a los narrados en sus obras. No es algo que solamos ver sobre las tablas de nuestro país, es un lenguaje actualizado muy acorde a la cinematografía. La puesta en escena junto al vestuario y la música (de Luis Miguel Cobo) hacen que el espectador se encuentre inmerso en el thriller desde que se abre el telón hasta que se cierra.

El uso del terror y el humor negro (en pequeñas y delicadas dosis) provoca que el texto, ya impactante de por sí, no provoque un rechazo emocional en el público. Los diferentes relatos narrados a lo largo de la representación están perfectamente conectados con la trama principal de Katurian (correspondiente al cuento de «El escritor y el hermano del escritor») dando la sensación, gracias a la combinación del lenguaje naturalista, el uso de máscaras en momentos puntuales, danza y el juego sombras, de estar dentro de una película de Tim Burton. Horror e inocencia en una obra majestuosamente cruel que te hace llegar a la catarsis.

Hay que alabar el trabajo de todo el equipo, sobre todo del dramaturgo David Serrano que ha sido capaz de adaptar una obra muy disonante de una manera sublime e hipnótica, atrayendo de nuevo la atención del público joven al arte teatral.

Publicado en Cine

El «West Side Story» de Spielberg es una obra de arte mal enfocada.

Me he encontrado ante muchas opiniones sobre este remake de West Side Story, he visto la película del 1961 y es cierto que no hay grandes diferencias, pero ¿Qué falla en esta versión de Spielberg?

Estrenada en cines hace escasos meses, la promoción de esta obra quizás ha sido un poco eclipsada por otros títulos, concretamente por la nueva del hombre-araña, cuya reseña queda pendiente en este blog. Pero Volviendo a West Side Story hay que decir que, si eres admirador de los musicales y te has visto en bucle la película original protagonizada por Natalie Wood y Richard Beymer, vale muchísimo la pena gastarse el dinero para ver el remake porque realmente es una renovación del clásico, pero nada más. Es Spielberg, por lo tanto, hay calidad en la cinta. Los planos generales son tan sublimes que hacen al público revivir la historia como si estuviese en el teatro. No hay movimiento de cámara que no enfatice la esencia artística del audiovisual, es como pararse delante de un cuadro que no para de actualizarse a mejor, en resumidas cuentas, hay que alabar también el trabajo que ha hecho Janusz Kaminski como director de fotografía.

Lo mismo pasa con las coreografías y la integración de las secuencias musicales, es un trabajo muy orgánico que no choca al espectador. La música de Leonard Bernstein y las letras de Stephen Sondheim se han respetado en esta versión, siendo el toque del director la guinda final de una obra que es realmente magistral. Y aquí viene lo mejor y por lo que, en mi opinión, ha sido necesaria esta modernización de la película, y es el elenco. En la película original dirigida por Jerome Robbins y Robert Wise no había actores hispanos (o casi no los había). Recordemos que la trama gira entorno a un «Romeo y Julieta» de Nueva York en los años cincuenta, pero en vez de enfrentar a los Capuleto con los Montesco, el conflicto es entre la comunidad puertorriqueña y la anglosajona. Por mucho que me gustase Natalie Wood haciendo de María, de puertorriqueña no tenía ni el blanco de los ojos, lo mismo con los otros actores. Spielberg ha dado auténtica representación en su West Side Story y eso siempre será algo merecedor de elogios.

Sin embargo, no salí del cine con el corazón en un puño. Y es que creo que, aparte de lo ya mencionado, la cinta no aporta nada nuevo. Sinceramente es como una recreación literal del musical y la película del 1961, si te gustan mucho puedes disfrutar del remake, pero incluso así es demasiado densa. Las actuaciones son muy teatrales, hay poco lenguaje fílmico, por lo que el público no familiarizado con la historia acaba distrayéndose. Por eso creo que no está enfocado al público actual, sino a los espectadores que hace años amaron West Side Story, obviando que ese target ha menguado o simplemente ha podido cambiar de gustos con el tiempo. La prueba la obtuve en la sala de cine. Fui hace dos semanas a ver la obra y yo era la más joven, la media de edad de la sala rondaba los cincuenta años y fueron ellos los que salieron corriendo en cuanto salieron los créditos finales, cansados de estar sentados dos horas y media escuchando canciones y viendo a jovencitos dar piruetas. Alguna que otra señora aprovechó para echarse una siesta. El público de antes no es el de ahora, ya no aguanta tanto. Por eso creo que a la obra le faltaba realmente el factor «joven», algo que hiciera a las nuevas generaciones interesarse por ella.

Dicho esto, yo siendo parte del consumidor veinteañero, la disfruté y la recomendaría a los amantes del cine y la música, aunque no sea la típica película para pasar una tarde amena en el sofá de casa.